Las venas abiertas de Colombia
Una lectura astrológica sobre la sombra estructural, el trauma colectivo y la posibilidad de transformación
Hace tiempo vengo sintiendo que hablar de astrología no puede reducirse a mapas individuales ni a horóscopos decorativos. Hay momentos en los que mirar el cielo se vuelve una necesidad ética, un acto de presencia, una forma de sostener la complejidad de lo que vivimos. Este es uno de esos momentos.
Junto a Augusto, decidimos hacer un ejercicio delicado y valiente: mirar la carta natal de Colombia para entender desde allí algo de nuestro presente político, social y espiritual. No desde una posición partidista ni dogmática, sino desde los símbolos que habitan el inconsciente colectivo, y que hoy nos piden ser vistos con madurez.
Una promesa atrapada en su propia sombra
La carta natal de Colombia nos revela una conjunción potente: Saturno y Neptuno unidos en la casa 6. En su versión luminosa, esa conjunción podría leerse como la semilla de una utopía: una nación capaz de construir estructuras empáticas, de organizarse desde la compasión, de crear una realidad donde lo colectivo sea más importante que el ego fragmentado.
Pero esa promesa, en vez de realizarse, quedó atrapada en su propia sombra.
En lugar de una utopía encarnada, nos encontramos con una maquinaria bien estructurada de engaños, fraudes, corrupción, evasión, mentiras, narcotráfico. No como errores aislados, sino como estructuras funcionales, jerárquicas, institucionalizadas… y también subterráneas.
Todo esto oculto en el corazón de lo cotidiano: en la casa 6, donde se cocina lo invisible, lo rutinario, lo que ya nadie cuestiona.
La hora de ver lo que no quisimos ver
La actual conjunción Saturno–Neptuno que se está gestando en Aries (signo cardinal, impulsor) y en casa 10 (la más visible, pública, angular), hace que lo negado emerja con fuerza.
Nada puede esconderse cuando el cielo insiste en mostrarnos la verdad. Y esa verdad es incómoda.
Colombia sangra por dentro desde hace décadas.
Y no es una herida reciente. Es un trauma histórico, una memoria que resuena en la Luna en Aries de la carta natal: violencia, guerra, supervivencia a toda costa. Un pueblo herido, reaccionando sin tiempo para sanar. Un Nodo Sur que pide mirar atrás, no para quedarnos ahí, sino para purificar la memoria y cortar los ciclos repetidos.
Entre el dolor y la posibilidad
Pero no todo es oscuridad. En la carta también habita la esperanza encarnada por Júpiter, un aliado que nos recuerda que sí es posible una visión más amplia, más justa, más sabia.
Eso sí: esa posibilidad no se accede desde la evasión, ni desde la queja, ni desde la indiferencia.
Solo se accede cuando hay voluntad de ver la sombra y de asumir nuestra participación activa en los temas colectivos.
La transformación no vendrá desde arriba ni desde fuera. Vendrá —si ocurre— porque cada uno de nosotros decide despertar, informarse, sentir, responder con responsabilidad, mirar con conciencia.
Un país que aún puede nacer de sí mismo
Colombia no está condenada. Pero tampoco está salvada.
Está en tránsito.
Y en ese tránsito hay dolor, hay confusión, hay fractura… pero también hay potencia, creatividad, memoria viva, sabiduría ancestral.
La astrología, en este caso, no predice: sostiene el espejo.
Nos muestra que seguimos caminando una historia que podemos reescribir —si estamos dispuestos a mirar con coraje, a sentir con humildad y a actuar con conciencia.
🌱 Porque no hay utopía posible sin verdad.
Y no hay verdad que transforme, si no se encarna.